*publicado originalmente en ElMundodeTeseo
[ Estaba releyendo esta entrada en mi antiguo blog de prácticas y me apetece sacarla del cajón de sastre. ]
Creo que si tuvieras que describirme, simplemente no podrías, no por desconocimiento sino por incapacidad.
No sabrías decir un solo rasgo de mi cara, si mi nariz es achatada o picuda o si mis cejas son finas como el papel o pobladas como un bosque. Ni tan siquiera si uso lentes para mirar el mundo, ni si en mis manos reluce alguna joya. No podrías definir mi peinado, ni mi forma de vestir o quizás dirías algo así como “una vez le vi vestido con colores grises”. No podrías hablar de mi forma de mover las manos al expresarme, ni de los hoyuelos que se forman al esbozar una sonrisa, de hecho admitirías que nunca la has visto. No reconocerías mi voz, ni una sola frase reseñable salida de mi boca.
Te preguntarás ¿quién soy?. O, mejor dicho, ¿quién diantres soy?... ¿Recuerdas esa parada del autobús que coges todos los días? Sí, esa en la que nunca has visto nadie bajar ni subir… bueno, en realidad, quizás no has tenido tiempo de fijarte… Quizás recuerdes el cartel al lado de tu clase, el que está en la esquina junto a los otros carteles de colores… claro, nunca lo has mirado…O esa tienda de ropa en tu barrio, en la que te quedaste el otro día mirando mientras esperabas a alguien pero no entraste… pero no entraste.
En realidad, en este momento, no sabes si algo de lo que te estoy diciendo es real. No sabes si existe esa parada del autobús, ni si en el cartel pone algo o aún está en blanco, ni si en la tienda de barrio hay algo más que escaparate.
Quizás sea como esa brisa que te acaricia la nuca, te das la vuelta esperando ver a alguien y no hay nadie. Quizás no sea nada, quizás no sea nadie o, peor aún, quizás sea alguien que no es nadie…
No sabrías decir un solo rasgo de mi cara, si mi nariz es achatada o picuda o si mis cejas son finas como el papel o pobladas como un bosque. Ni tan siquiera si uso lentes para mirar el mundo, ni si en mis manos reluce alguna joya. No podrías definir mi peinado, ni mi forma de vestir o quizás dirías algo así como “una vez le vi vestido con colores grises”. No podrías hablar de mi forma de mover las manos al expresarme, ni de los hoyuelos que se forman al esbozar una sonrisa, de hecho admitirías que nunca la has visto. No reconocerías mi voz, ni una sola frase reseñable salida de mi boca.
Te preguntarás ¿quién soy?. O, mejor dicho, ¿quién diantres soy?... ¿Recuerdas esa parada del autobús que coges todos los días? Sí, esa en la que nunca has visto nadie bajar ni subir… bueno, en realidad, quizás no has tenido tiempo de fijarte… Quizás recuerdes el cartel al lado de tu clase, el que está en la esquina junto a los otros carteles de colores… claro, nunca lo has mirado…O esa tienda de ropa en tu barrio, en la que te quedaste el otro día mirando mientras esperabas a alguien pero no entraste… pero no entraste.
En realidad, en este momento, no sabes si algo de lo que te estoy diciendo es real. No sabes si existe esa parada del autobús, ni si en el cartel pone algo o aún está en blanco, ni si en la tienda de barrio hay algo más que escaparate.
Quizás sea como esa brisa que te acaricia la nuca, te das la vuelta esperando ver a alguien y no hay nadie. Quizás no sea nada, quizás no sea nadie o, peor aún, quizás sea alguien que no es nadie…
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