04 enero, 2012

Anatomía de un artista: Saul Bass

*artículo publicado originalmente en Acta Verbum
 
Hoy nos sentamos en la última fila para deleitarnos con una parte del cine poco agradecida, los créditos. Y para ello, es un placer presentaros al artista que revolucionó el concepto y la forma de esos cuatro minutos iniciales. Cuatro minutos habitualmente condenados al olvido,sobre un fondo negro o un plano fijo poco agradable, cuatro minutos anodinos, insustanciales. Pero a veces, esos cuatro minutos pueden convertirse en puro arte, pura belleza, sobre todo si viene de la mano de Saul Bass.

Conocido como uno de los genios del diseño gráfico, no sólo trabajó para la industria cinematográfica sino que también diseñó logotipos para empresas como United Airlines, Kleenex o Minolta. Sus primeros pasos en el cine fueron de la mano de Otto Premiger donde le encarga el cartel de Carmen Jones, y al quedarse encantado con él le acaba encargando la realización de los títulos de créditos. Tras varios trabajos, el propio Hitchcock pide que le haga los créditos de su película Vértigo, donde consigue uno de sus mejores trabajos.
En Vértigo vemos como hace uso de la música para inducir al espectador en la atmósfera agobiante del film. Mientras la cámara se mueve alrededor del rostro de una mujer, aparentemente es Kim Novak (la protagonista femenina de la película) aunque en realidad no lo es, aparecen los nombres de los actores y del director. Al llegar al ojo, la pantalla se vuelve rojiza, un primerísimo primer plano nos introduce en el interior del personaje, una espiral de color morado comienza a girar, a girar haciéndose cada vez más grande, más cercanos, más giros, nos caemos... En tan solo unos minutos nos han introducido en la historia, en las obsesiones y miedos del protagonista.
 
Y es aquí donde reside el genio de Saul Bass. Su capacidad de síntesis, de saber determinar los objetos y significados de una obra y expresarlos de una manera eficaz, sencilla, única y original. Esa capacidad de enganchar al público desde el inicio, Saul decía: “la primera impresión es la que cuenta”. De sus obras se destaca el manejo de la música como elemento esencial a la hora de provocar emociones, del uso de colores fuertes, llamativos, con formas recortadas, imperfectas, ambiguas, el manejo de recursos simples pero eficaces, y todo con el fin de sintetizar lo más importante de la obra.

Las diferentes formas con las que experimentaba nos han dado grandes inicios cinematográficos. Desde Espartaco de Kubrick, donde bajo esculturas de piedra nos cuenta de la lucha del esclavo, pasando por Casino de Scorsese, bajando a los infiernos con Robert De Niro, Uno de los nuestros, Psicosis, Anatomía de un asesinato, Con la muerte en los talones o Walk on the Wild Side, uno de los mejores inicios de película de la historia del cine.

Saul Bass murió en Los Angeles en 1996 y aún hoy la influencia que ejerce en el cine es innegable. Un artista con todas las letras capaz de inspirar a otros artistas. Quisiera recordarlo con una cita suya: Quiero hacer cosas bonitas, aunque a nadie le importe.

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